Mal empieza 2015. Descansen en
paz nuestros alegres y valientes compañeros bufones del Charlie Hebdo. Y que
nadie en su nombre levante la mano contra un musulmán ni contra el derecho y la
ética comunes. Esa sí sería la verdadera victoria de los fascismos de los dos
lados.
Protegernos del fascismo islamista es proteger nuestras
instituciones abiertas y democráticas -o lo que queda de ellas- del fascismo
europeo. La islamofobia fascista, en Europa y en las “colonias”, es la gran
fábrica de islamistas fascistas y una y otro son incompatibles con el derecho y
la democracia, los únicos principios -que no “valores”- que podrían aún
salvarnos. Buena parte de nuestras élites políticas e intelectuales están más
bien interesadas en todo lo contrario.
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