domingo, 29 de abril de 2018

La injusticia de la Justicia


La sentencia de “La Manada” la Justicia, se manifiesta de nuevo en su faceta más sórdida y retrógrada contra la libertad de la mujer

Matilde Tenorio Matanzo
Doctora en Enfermería por una tesis sobre violencia de género
¿Cómo es posible que la sentencia del caso de “La Manada haya argumentado que no hubo violación porque no hubo violencia y que se ponía en duda su consentimiento ante la agresión sexual? ¿Cómo pueden afirmarse estas barbaridades cuando hubo penetraciones vaginales, orales y anales y cuando la joven quedó paralizada por la indefensión que suponía estar rodeada de cinco hombres con mucha mayor envergadura?
Solo puede explicarse esta sentencia desde la perspectiva machista y cómplice con los valores patriarcales que han mantenido estos tres jueces. Es tan evidente que el delito que atribuyen a los cinco de La Manada, el de abuso sexual, no se ajusta a la realidad, y que sociedad, más lega en la materia, está clamando justicia al grito de “NO ES ABUSO, ES VIOLACIÓN”
No es necesario modificar el Código Penal ya que éste contempla perfectamente el delito de violación, e incluso las circunstancias agravantes que, entre otras, figura el que ésta sea cometida por dos o más individuos. (C.P Art. 179), y el delito de abuso sexual implica atentar contra la libertad sexual de otra persona sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento. (C.P. Art. 180). Menos mal que no ha triunfado la tesis de uno de los magistrados que suponía que la joven habría dado su consentimiento, porque de no ser así, hasta habrían sido absueltos.
¿Cómo es posible que se diga que el caso de la joven de Pamplona no hubo violencia y. por ende, se califique el delito abuso sexual? ¿Qué entienden estos jueces por violencia sexual? Quizá deberían desempolvar la toga, eliminar la cultura machista de la que están imbuidos y acercarse a lo que las Organizaciones Internacionales y la propia sociedad entiende por violencia, que no es otra que el uso deliberado de la fuerza o el poder hacia alguien, que cause o pueda causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. (OMS, 2012). Si hay que modificar algo en el Código Penal es incluir qué se entiende por violencia.
Una vez más, la Violencia de Género a nivel estructural, y, en ese caso en la institución de la Justicia, se manifiesta en su faceta más sórdida en una sentencia retrógrada que, a poco que se analice, pudiera ser objeto de múltiples recursos, incluido el posible delito de prevaricación.
Lamentablemente son muchas las mujeres que sufren y han sufrido violencia machista a manos de la Justicia. Son muchas las sentencias que culpabilizan a las mujeres en los casos de violencia de pareja, muchas las que obligan a entregar a los hijos a los maltratadores en las visitas obligadas, aunque se agrave a salud de los niños; muchos casos en los que se ha argumentado le existencia del Síndrome de Alienación Parental  (SAP), supuesto síndrome que jamás ha sido avalado por la comunidad científica, pero que, eso sí, sirve como argumento para culpabilizar a la mujer y entregar a los hijos al padre maltratador. Son muchas las mujeres que dicen sentirse doblemente maltratadas cuando acuden a pedir justicia.
Muchas mujeres han sufrido abuso, acoso y agresiones sexuales en silencio por temor a ser juzgadas. Temen a una Justicia que con mucha probabilidad hará recaer exclusivamente sobre ellas la carga de la prueba y estarán sometidas a un proceso en el que se dudará de su versión, y del que tendrán serias dudas de obtener una sentencia favorable. ¿Cómo se les puede decir que denuncien, incluso culpabilizarlas si no lo han hecho, cuando no hay garantía de justicia?
Los valores patriarcales de la sociedad también suponen unas serias limitaciones para que las mujeres ejerzan libremente su proyecto vital.  La violencia machista está por todas partes, en casa, en el trabajo, en la calle, entre los amigos… y la mitad de la población la sufre o teme sufrirla.
Las mujeres nos hemos movilizado para gritar que queremos ir por la calle sin miedo, que la calle también es nuestra, que queremos ir de fiesta sin miedo, aunque nos emborrachemos, porque nadie debería aprovecharse de una situación que puede nublar nuestra conciencia y voluntad para decir NO.
No es NO y el consentimiento implica un SI, 
que se verbaliza y se desea
El pasado 8 de marzo supuso un hito en la historia del feminismo en España; la sociedad despertó ante el atentado a los Derechos Humanos que supone la desigualdad de trato hacia las mujeres y se produjo un movimiento de solidaridad y concordia entre mujeres, que implica un reconocimiento mutuo, plural y colectivo. Este fenómeno, la sororidad, nos ha hecho más fuertes, más conscientes de nuestro poder para cambiar las cosas.
La respuesta social que se ha producido ante la sentencia del caso de La Manada, muestra que tanto hombres como mujeres rechazamos que se atente contra la dignidad de la víctima, lo que hace suponer que se han producido cambios importantes en grandes sectores de la población. Como siempre, la sociedad va muy por delante de las leyes y va a hacer falta mucho esfuerzo y lucha para que la violencia de género estructural desaparezca.




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