
En esta ocasión se
trata del reparto a diestro y siniestro de las ya famosas pulseras
localizadoras que vienen a solventar uno de los más graves problemas de nuestro
pueblo, nunca antes abordado y mucho menos solucionado hasta la decidida
intervención de este insigne edil; los
niños perdidos.
El primer paso de su
arriesgada apuesta, muy criticada y no suficientemente agradecida, lo dio
durante las pasadas fiestas navideñas cuando ofreció a las familias hoyenses el
citado artículo de una forma totalmente gratuita lo cual resultaría muy de
agradecer si no hubieran sido pagadas de nuestros bolsillos, para gran alegría
del comercial de turno y la empresa suministradora.
Como parece ser que
los progenitores hoyenses, en un rasgo de desidia y desinterés malsano por
nuestros infantes, no las solicitamos masivamente como sería de esperar,
sobraron 300 unidades las cuales han sido repartidas entre el colegio y la
guardería del pueblo. Este altruista gesto, lejos de ser un simple acto
publicitario y una forma sencilla de deshacerse de incómodos excedentes,
supondrá un paso de gigante en la erradicación del ya mencionado problema de los niños
perdidos que acucia a nuestro
vecindario. A partir de ahora cuando cualquiera de nosotros nos encontremos en
el pueblo con alguno de los niños
perdidos que deambulan desamparados por nuestras calles no tendremos
más que leer el código de su pulsera mediante un SmartPhone e inmediatamente se
generara un aviso al responsable del colegio o guardería. Los que no
dispongamos de la tecnología adecuada para ejercer nuestro deber cívico nos
tendremos que conformar, aunque no sea el protocolo adecuado y menos
conveniente, con preguntarle al niño/a en cuestión el nombre de sus padres, su
dirección, colegio o guardería e intentar ponernos en contacto con alguno de
ellos por el rudimentario método de una llamada de móvil. Si el niño/a, en su
tierna inocencia, no pudiera facilitarnos ninguno de los datos requeridos habríamos
de recurrir al ya obsoleto procedimiento de ponerlo a disposición de algún agente
de las fuerzas del orden, ya sea Policía Local o Guardia Civil, en la esperanza
de que dispusieran de los medios necesarios para localizar el hogar, colegio o
guardería del menor y reintegrarlo al mismo. De cualquier forma siempre nos
quedará el deleite estético en la observación de tan fino y elegante
complemento luciendo en las muñecas de las criaturas.
Esta loable e inaplazable
iniciativa ha dado lugar además a una nueva muestra de transparencia y rigor
informativos, con primicia exclusiva de la web municipal, mostrándonos no una sino dos imágenes del concejal de
referencia en las sucesivas entregas de tan imprescindibles artículos y
librándonos del desasosiego que nos produjo su desaparición en el último Pleno
Municipal durante el cual, sus “compañeros” de ppartido, hubieran dado lo que fuera por tenerle localizado
mediante una de sus propias pulseras.
De todas formas sería
bueno que el Concejal de …, bueno ya saben ustedes, se hiciera mirar su enfermiza obsesión por el tema de las
pulseritas, no olvidemos el episodio del las pulseras VIP en la fiesta
particular que le monto a una empresa privada en el centro del pueblo. Bueno,
mientras no le dé por meterse en la adjudicación de contratos habrá que tomarlo
por el lado cómico y como un mal menor, aunque nos cueste dinero.
Por último decir, y
perdonen por enrollarme, que espero que a nadie le cabree este artículo de
opinión pues, como los anteriores y los que vendrán, se enmarcan única y
exclusivamente en el ámbito de la crítica, políticamente incorrecta y para
algunos ordinaria, de la política municipal.
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