Las razones son más claras que nunca: como consecuencia de la reforma laboral y de la política de recortes del Gobierno caminamos hacia más sufrimiento y hacia una catástrofe social.
Este país no podrá soportar por mucho
tiempo que una de cada cuatro personas no encuentre trabajo, que más de la
mitad de la juventud permanezca sin empleo y, por tanto, sin poder tener un
proyecto de vida, y que en más de 1.737.000 hogares todos sus miembros estén en
paro. No es posible seguir admitiendo el desahucio de quienes no pueden pagar
su hipoteca, ni que más del 20% de la población viva ya bajo el umbral de la
pobreza, con una acelerada feminización de la misma.
Los recortes golpean a todos los
sectores populares de la sociedad: el copago sanitario, los tijeretazos en
sanidad, servicios sociales, dependencia y educación, y también en las
pensiones; la subida de impuestos como el IVA; el rescate de la banca
transfiriendo su coste al conjunto de la ciudadanía; el recorte del salario y
despidos en el sector público y la austeridad reforzada que impone el proyecto
de Ley de Presupuestos Generales del Estado 2013, tienen un denominador común:
no cargan la crisis sobre sus responsables y culpables, sino sobre quienes no
la han provocado.
Los pequeños empresarios y autónomos son
también golpeados por las medidas del Gobierno que reducen el consumo,
incrementan su fiscalidad y les privan del crédito necesario, todo para
garantizar el pago de una deuda provocada por los especuladores.
Una gran parte de la sociedad está
siendo gravemente perjudicada por la política del PP. Por eso es precisa una
respuesta social y ciudadana, una amplia movilización de todo el pueblo. Una
movilización que coincide en este día con la lucha, bajo diferentes formas, de
los trabajadores y trabajadoras de otros países de Europa, también
afectados en sus condiciones de vida y de trabajo por las medidas que impone la
Comisión Europea, suscritas por los partidos socialdemócratas y neoliberales.
La respuesta de los pueblos de Europa también va a ser un éxito.
Ante esta situación, venimos defendiendo
que existe la posibilidad de otra política, creadora de empleo y estimuladora
de la economía, que mejore los servicios sociales y garantice los derechos del
mundo del trabajo. Esa política es necesaria para evitar el desastre.
Y existe dinero para financiarla, está
en la lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida y en unas medidas
fiscales justas y progresivas. Si hay recursos para salvar a la Banca debe
haber recursos para crear empleo.
Sólo lograremos un
cambio radical en la política con la movilización.
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